miércoles, 3 de julio de 2024

Las marchitas rosas de Puerto de Cabras

Ya hemos hablado en varias ocasiones de las rozas de Puerto de Cabras (caso de la Rosa de la Monja o de la Rosa de los Pozos, por ejemplo). Etimológicamente hemos de asociar este tipo de finca majorera al desbroce y a la actividad de rozar o romper nuevas tierras, normalmente sobre términos comunales o sobre suertes derivadas de las mercedes señoriales otorgadas desde muy antiguo y fraccionadas por la propia dinámica demográfica y familiar. 
Normalmente estaban delimitadas por bardos o paredes de piedra seca, precisamente para protegerlas otros usos ajenos como la práctica ganadera extensiva o tradicional y constituían la unidad básica de explotación para el autoconsumo y, en ocasiones, para el comercio y la exportación...
Como tales fincas o unidades de explotación agropecuaria tradicional, las "rozas" contaban entre sus paredes con la casa o sitio de habitación con sus cuartos, sala y algún sobrao; con la cocina y el horno para hacer pan; con algún taro para conservar el queso; con el aljibe o la cisterna con sus coladeras; con la era, el cerco de pajeros y la tahona para la molienda de grano; con los alpendes para la bestias de trabajo, los toriles para resguardo de baifos, y pilas para abrevar el ganado; con los corrales de las jairas o cabritas; con el muladar para echar los desechos; con las "alcogidas" y gavias, muchas gavias, perfectamente ordenadas para su bebida con caños que iban a parar a la coladera y al aljibe y, desde allí el desagüe al barranquillo correspondiente, en el que también solía levantarse alguna calera para producir la cal necesaria para el mantenimiento de las infraestructuras.
Hubo en el entorno de nuestra ciudad muchas rozas; la propia ciudad creció sobre las extensas rozas que dieron paso a un entorno urbano y portuario. No las vamos a repetir, solo vamos a evocar algunas que aún mantienen en pie sus propias casas, como la de Joaquín Vila, o Roza Vila, la de Juana Sánchez, la de José Fabelo o la de Don Victoriano. Todas aluden a personas que las hicieron o compraron a herederos de los que las crearon.

Don Joaquín de Vila o Joaquín Vila, autoridad marítima y de policía en la Fuerteventura de principios del siglo XIX, uno de los beneficiarios en el reparto de la Costa del Puerto, construyó su rosa sobre un fundo de casi 36 fanegadas de tierra.

Traigo desde mi "inhabilitada"¿? cuenta el pantallazo que sigue y que dedicamos a una de las rosas de Puerto de Cabras, marchitas ya, como el propio perfil que me han silenciado:

De mi perfil y cuenta citada.




lunes, 24 de junio de 2024

Patrimonio industrial, Los hornos de la Charca

El horno de don Jacinto Lorenzo Rodríguez, 1958-59
En el barrio portuense de La Charca, junto a uno los barranquillos que vertían sus aguas al conocido como del Señor Adrián, construyó este industrial tinerfeño una fábrica de cal en el segundo quinquenio de la década de 1950. Así lo aprobó el ayuntamiento de Puerto del Rosario y es de los pocos que presentaron plano de la infraestructura.
Recordaremos que por aquellos años "nacía" lo que hemos dado en llamar el "Puerto de la Cal", en el sentido de que desde 1940 se produjo una amplísima demanda de este producto para la obras públicas del mismo Mando Económico de Canarias (1941-1947); y para distinguirlo del "Puerto de la Piedra de Cal", del que por ser de características bien diferentes, hablaremos en otro momento.
La década que ahora nos ocupa fue el tiempo de la Carta Económica Municipal, suscrita por los ayuntamientos de la isla, y se basó fundamentalmente en los aranceles sobre la exportación de cales y yesos y la importación de carbón mineral para quemar en los muchos hornos que por entonces se levantaron por toda Fuerteventura. Se entenderá el riesgo que atisbaron los industriales caleros temiendo una doble fiscalidad al combustible y al producto exportado, tal y como se verificó desde la implantación de los arbitrios insulares desde la creación del Cabildo en 1913.
Jacinto Lorenzo fue uno de los muchos industriales caleros que cambiaron el sentido del intercambio de la economía de nuestro municipio, o al menos combinaron exportación de materia prima y cales elaboradas; el intercambio con las otras islas dejó de ser desigual.



jueves, 13 de junio de 2024

Elementos del patrimonio: Arquitectura industrial

 Molino de Viento en Tiscamanita (municipio de Tuineje), para la molturación de cereales. Fue construido en la década de 1840 junto al camino que va a Agua de Bueyes por Félix Silvestre de Córdoba y Arocha, según él mismo nos relata en documento de 1867.

En la actualidad es sede del Centro de Interpretación de los Molinos de Viento, del Cabildo Insular de Fuerteventura, y está incluido en la Red Insular de Museos.



martes, 11 de junio de 2024

Elementos del patrimonio construido: aljibes

 


Sorprende la calidad arquitectónica de los diferentes depósitos de agua, aljibes, cisternas... Podemos afirmar que en la Fuerteventura agraria la cantería noble es más abundante en el subsuelo que en las propias casas de habitación. Lo que vemos en templos y ermitas podemos encontrarlo en las infraestructuras hidráulicas de la isla.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Agricultura tradicional majorera

El campo majorero, sus gavias y nateros, paredes y cercas, caños y atarjeas, aljibes, estanques y cisternas formaban un todo como unidad de producción y subsistencia. Los animales de labor como burros, camellos (dromedarios) o bueyes, fueron utilizados por el campesino de Fuerteventura hasta la década de 1970. Lo que hoy queda de yuntas son meramente testimoniales de un pasado agrícola que cedió al empuje de la terciarización de la economía y la apuesta por el turismo y los servicios. Nuestra isla "se vació" desde aquel eclipse de 1959 en que, pese a la parafernalia institucional desplegada, no pudo verse desde Jandía, lugar que se vendió como ideal para la observación.
Casillas del Ángel 1966, la agricultura tradicional persistía en el uso de yuntas mixtas. Están sembrando, ambos, mujer y hombre, volcados en la tareas agrícolas con el telón de fondo de Montaña del Campo. [Publicada por Biblioteca Municipal de Puerto del Rosario]



Tomé esta foto en El Time (Puerto del Rosario), donde siguen sembrando a la vieja usanza, con yunta de burros majoreros.

La arquitectura del cine en Fuerteventura

En la isla se construyeron muy pocos edificios destinados exclusivamente a proyectar películas, a la comercialización de los productos de la industria del cine, al menos hasta la década de 1980.
Hasta entonces solo se llegó a la adaptación de locales, como el caso del almacén de Agustín Pérez Rodríguez, en la calle León y Castillo, esquina a Secundino Alonso; allí se levantó una cabina de proyección en alto, a la derecha de la entrada, y la pantalla o tela se ubicó al fondo (unos veinte metros de largo por unos 7 de ancho). Sería en las décadas de 1930-1940. Algunos lo recordarán como "Cine del Cura".
Con anterioridad el cine había llegado a los locales de la Sociedad El Porvenir cuando ésta se ubicaba en su sede de Calle Fernández Castañeyra donde, además se presentaban obritas de teatro, audiciones musicales, conferencias y tertulias desde fines del XIX.
Andando en el tiempo, desde la década de 1950, los Hermanos Martínez Soto, pusieron en funcionamiento la sala Cine Marga, que sirvió de espacio escénico para el teatro de la capital majorera hasta la década de 1980. Casi coincidiendo en el momento, acaso un poco más tarde, Los Perdomo pusieron crearon otro espacio arquitectónico para el Cine en Gran Tarajal. Ambas salas hoy están destinadas a otros usos.

La arquitectura del cine llegó a Puerto de Cabras mediada la década de 1950. Esta es la fachada del proyecto que promovían los hermanos Martínez Soto para sustituir una insuficiente sala de proyección del cura. La nueva sala ya estaba en obras en mayo de 1956 y que abriría sus puertas bajo el nombre de Cine Marga (recordatorio del padre de los promotores, Casto MARtínez GAllego)...

En la actualidad, la fachada del viejo cine Marga sirve de pórtico al Centro de Arte Juan Ismael, regentado por el Cabildo de Fuerteventura, y nos recuerda que fue el centro de buena parte de la vida de Puerto del Rosario durante más de veinte años. Tal vez alguien, algún día, lleve a las salas del nuevo centro una exposición que, por ejemplo, recuerde las vicisitudes constructivas del antiguo cine, la explotación industrial, la maquinaria, las labores sociales allí desarrolladas, el teatro, la música, etc. que allí se desarrolló hasta fines de la década de 1970. La fotografía de cuanto insinuamos es un reto a la institución propietaria del centro que nos ocupa.

La arquitectura del cine tuvo en Fuerteventura otro ejemplo en Gran Tarajal, donde aún se conserva este ejemplar reconvertido para otros usos, como el de vivienda [foto publicada por J. A. Sierra].