Iglesia del convento franciscano de Betancuria en 2018. (Foto aportación de Paco Cerdeña) |
Cedemos la palabra a la maestra nacional Juana María Dolores Fajardo Negrín (Betancuria 1885- Las Palmas de GC 1978) quien en su obra "La Voz de Fuerteventura", 1971, hace esta entrañable descripción de lo que fue convento franciscano de Fuerteventura en su pueblo natal (dejaremos para otra ocasión algunos datos de su expolio, parcialmente comentado en otras entradas de nuestros blogs):
"Recuerdo haber visto este templo engalanado por dentro y por fuera y una calle, a lo largo de la plaza, hecha de palmas y flores para el paso de un señor obispo, en una de las visitas que hizo a Betancuria.
La vivienda de los franciscanos estaba contigua a este convento (sic). Una gran portería de medio punto daba entrada al edificio y sobre esta portería estaba el campanario de la iglesia, hecho de cantería gris y de ángulos rectos. Dentro del edificio había dos galerías, una alta y otra baja que sostenía a la primera con gruesos pilares de tea. Un patio cuadrangular con una tanquilla al centro y un hermoso peral que sobresalía por encima de los techos. Para subir a la parte alta había una escalinata abierta con dos puertas de medio punto. Por la galería alta entraban los frailes a la iglesia por la parte del coro. Este edificio constaba de siete habitaciones tanto en la parte alta como en la baja, dos de las cuales eran muy grandes y una, en la parte baja, estaba destinada a refectorio.
Después que desaparecieron los franciscanos se utilizó este edificio para viviendas de algunos vecinos; y últimamente, le utilizamos todos los muchachos del pueblo para ir los domingos a jugar y a comer peras que las echábamos al suelo con el auxilio de una caña grande, desde la galería alta. De esta casa no queda ni una piedra; solo queda el solar. ¡Cómo desaparecen las cosas!"
... Como si realmente lo hubiera visto. Doña Dolores Fajardo Negrín nos habla de "cuando éramos muchachos", quizás recordando sus vivencias de los últimos años del XIX y los primeros años del XX; tanto más valor testimonial si tenemos en cuenta que el grueso del expolio pudo darse en las décadas de 1920 y 1930. ¡Qué pena!
Doña Juana Dolores Fajardo Negrín fue nombrada maestra de la escuela de niñas de Puerto de Cabras en octubre de 1923, impartiendo docencia en su casa de calle de La Marina.