Puerto de Cabras, década de 1910, desde el risco cercano a lo que fue Playa del Lastre dos personajes contemplan la bahía. En primer término, a la izquierda, la peña de la Playa de los Mastrantos, que luego fue de Las Escuevas; siguen las casas de la ciudadela y un almacén con cubierta a dos aguas, y el muelle municipal, con su pescante. Al fondo dos banderas pregonan la ubicación de dos edificios oficiales, de los cuales uno es el Cuartel del Batallón Cazadores de Fuerteventura nº 22 que guarnecía la plaza...
La de Puerto del Rosario, el antiguo Puerto de Cabras, es una Historia que pudiéramos seguir a través de la fotografía, cuyos inicios coinciden con los del Municipio.
Las dificultades:
Puerto de Cabras: Una historia de rostros sin nombre: Hombres de Fuerteventura en 1923,
A propósito de la fotografía "histórica" en Fuerteventura:
...En nuestro planteamiento nos alejaremos de la técnica fotográfica y de las técnicas de conservación y restauración para acercarnos a la labor del cronista que, como apuntaba Juan José Laforet[1], es el curioso y el amante de nuestro pasado que escudriña en el objeto o soporte tan solo la información patrimonial que contiene. Es el uso de la foto como documento que aporta a quien la interroga, datos sobre vestuario, elementos urbanos al uso, entornos que el fotógrafo incorporó a la escena de su fotografía como elementos “colaterales” de su objetivo captado.
Las dificultades:
Puerto de Cabras: Una historia de rostros sin nombre: Hombres de Fuerteventura en 1923,
Del libro "Puerto del Rosario, 100 años en la memoria"... |
A propósito de la fotografía "histórica" en Fuerteventura:
...En nuestro planteamiento nos alejaremos de la técnica fotográfica y de las técnicas de conservación y restauración para acercarnos a la labor del cronista que, como apuntaba Juan José Laforet[1], es el curioso y el amante de nuestro pasado que escudriña en el objeto o soporte tan solo la información patrimonial que contiene. Es el uso de la foto como documento que aporta a quien la interroga, datos sobre vestuario, elementos urbanos al uso, entornos que el fotógrafo incorporó a la escena de su fotografía como elementos “colaterales” de su objetivo captado.
La fotografía, pues, como un ineludible documento histórico. Como tal hay que datarlo, analizarlo, identificando objetos, lugares, personas. Y a éstas últimas, identificándolas, dándoles nombre y apellidos…
Pero ¿Cómo afrontar esto en Fuerteventura? Aquí los iconos se han insertado en programas de fiesta (caso de personas y grupos que son fruto muchas veces de la fotografía popular, la que muestra la verdadera historia desde la espontaneidad del aficionado), o se utilizado en la decoración de sedes (caso de los paisajes urbanos inmediatos).
Según donde se coloquen estas fotos, servirán para que los veteranos recuerden viendo las imágenes, identificando personajes y hechos a ellos vinculados… Se convierten así en notarios y cronistas improvisados de un tiempo.
Pero hay que recoger sus comentarios, pues aportan un caudal de información adicional que, en mi opinión, otorgarían a la foto su auténtico valor histórico y de carácter documental incuestionable (testimonios que se están perdiendo por la propia ley natural).
Tenemos pues muchas fotos, mucho material disperso y policopiado con el que se ha mercadeado en un afán de lucro desmedido y de una forma tal que ya muchos se han olvidado del fotógrafo, del artífice de la instantánea como autor real de lo que hoy se piratea y se compravende…
¿Qué nos queda ahora si no “restituimos” a cada uno lo suyo? Porque ¿Quiénes eran los fotógrafos de entonces? ¿En qué taller o laboratorio revelaba el material fotográfico? ¿Dónde se compraban los materiales relacionados con la fotografía? ¿Qué marcas? ¿Qué máquinas?
Son preguntas que todavía pueden encontrar respuesta, pero cuando nos vayamos quienes de alguna forma vivimos aquella etapa, se corre el riesgo de pérdida de información en el salto generacional.
Ante tal panorama conviene distinguir entre el fotógrafo profesional, el aficionado y, tal vez, el corresponsal de prensa de los medios regionales, algunos de cuales se hicieron con alguna cámara (caso de Juan Antonio Franco Hormiga) para ilustrar sus crónicas. El primero de ellos, el profesional, solía ser el del laboratorio, con estudio y bazar abierto en la localidad.
[1] Juan José LAFORET: La colección fotográfica del cronista Benítez Inglota, en II Jornadas de Fotografía Histórica de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 18-21 de octubre de 2011.